Pronto se espera que avance el juicio por el asesinato del defensor de derechos humanos Adolfo Ich Chamán en un Tribunal de Sentencia en Puerto Barrios. Cuando fue asesinado el 27 de septiembre de 2009, Adolfo Ich era presidente de un comité de barrio, maestro de primaria, líder y defensor de los derechos de las comunidades maya q’eqchi’ en el municipio de El Estor, departamento de Izabal. Vivía con su esposa Angélica Choc con quien tenía cinco hijos.
El ataque armado que le quitó la vida al señor Ich fue perpetrado por agentes de seguridad contratados por la empresa Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN), posiblemente con la participación de un grupo paramilitar denominado “Pro Defensa del Estor”, que desde hace mucho tiempo había hostigado a las comunidades maya q’eqchi’ de la región para que abandonaran sus tierras.
Los hechos del 27 de septiembre han sido estudiados por varias instancias de alta credibilidad, incluyendo al ex Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (2008-2014) James Anaya, quien ha concluido que: “es evidente que hacen falta medidas decididas para resolver el problema subyacente de la conflictividad territorial derivada de la disputa entre la Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN) y las comunidades indígenas”. El Relator expresó estas palabras en 2010 y el caso todavía sigue impune. Además, aparte del asesinato de Adolfo Ich, también hay señalamientos bien fundamentados de otros delitos muy violentos vinculados a la Compañía Guatemalteca de Níquel.
El asesinato de Adolfo Ich dejó clara la desprotección con la que vivían las personas que se atrevían a defender los derechos humanos en Guatemala, y duele constatar que casi ocho años más tarde se sigue repitiendo el mismo patrón, cuando el 16 de enero de 2017 fueron asesinados los dos defensores de derechos humanos Laura Leonor Vásquez Pineda y Sebastián Alonzo Juan.
Desde el día del asesinato era evidente el vínculo con la empresa minera HudBay Minerals de Canadá, en ese entonces dueña de la Compañía Guatemalteca de Níquel, pero poco después descubrimos que también existía un vínculo con dinero sueco. En el momento del asesinato se estimaba que los fondos de pensiones de Suecia tenían cinco millones de quetzales invertidos en HudBay Minerals, y según la ONG Solidaridad Suecia América Latina, uno de los fondos de pensiones de Suecia mantenía inversiones en HudBay Minerals por lo menos hasta 2013, cuatro años después del asesinato.
Entre organizaciones de la sociedad civil sueca empezamos a pedir reuniones con parlamentarios suecos para ilustrar el daño que causaba la inversión sueca en la industria minera en Guatemala y alrededor del mundo, y para pedir que se fortaleciera la regulación ética de estas inversiones. Unos años más tarde se lanzó la campaña “Pensiones Decentes” para lograr que los fondos de pensiones de Suecia invirtieran su dinero sin perjudicar el medio ambiente o los derechos humanos. Esa campaña es uno de muchos ejemplos de cómo Adolfo Ich Chamán sigue inspirando la lucha por un mundo mejor aún después de su muerte.
La búsqueda de justicia por el asesinato de Adolfo Ich ha tardado demasiado. Su muerte ocurrió hace casi ocho años, la apertura del juicio fue anunciada en 2014, y todavía no se concluye el proceso. Es más, el debate oral y público planificado para enero de 2017, se realiza a puerta cerrada y sin presencia de medios de comunicación, en contra de los deseos de Angélica Choc. A pesar de las amenazas que ha sufrido y el dolor de haber perdido su compañero de vida, la señora Choc no se cansa de exigir justicia, y quiere un juicio público. ¿A qué se debe tanto secretismo?
Pocos medios informan sobre el avance del juicio. La gente que tiene interés en conocer el caso va a tener que buscar información como pueda y hasta ahora, las personas que han mostrado interés por el caso han sido, casi exclusivamente, personas cercanas a movimientos sociales o iniciativas de derechos humanos. La gente que se emociona por defender la propiedad privada o insiste en los beneficios que traen las empresas multinacionales no dice nada, como si el asesinato de Adolfo Ich no les afectara. Me parece muy equivocado. Porque si es cierto que la iniciativa privada, el capital transnacional y la explotación de los recursos naturales sacará a Guatemala de la pobreza y traerá beneficios para la población, pues, es hora de empezar a presentar evidencia para defender esta posición. Ya vimos que este sistema es capaz de traer muerte y destrucción. ¿Qué más proponen?